10/03/2020
 7 minutos

Las piedras preciosas y su función en los calibres

De Tim Breining
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Las piedras preciosas y su función en los calibres

En cierto modo, los relojes y las joyas están vinculados, al menos si se da crédito a los carteles y escaparates de la mayoría de joyerías. A veces se habla del reloj masculino como «la única joya para el hombre», y los relojes de mujer clásicos suelen estar embellecidos con piedras preciosas engastadas, esferas de nácar u otros valiosos materiales. De manera lenta pero constante, los relojes femeninos están luchando por salir de ese nicho de los relojes joya, pero las piedras preciosas y la relojería están unidas por mucho más que una mera función ornamental, ya se trate de modelos para el público masculino o femenino. Desde hace siglos, los relojeros dominan el uso de piedras preciosas en los calibres para aprovechar sus propiedades materiales. En este artículo le presentaremos varias aplicaciones que se les da en los movimientos, explicaremos la función y motivación que hay detrás de su uso y cuestionaremos algunos mitos habituales.

7, 17 o 21 joyas: ¿tengo que fijarme en ello?

Ya se trate de 7, 17, 21 o más «Jewels», joyas o, en este contexto, piedras, los relojes más antiguos en particular solía publicitar un cierto número de «piedras» directamente en la esfera. Hoy en día, esta información se suele encontrar grabada en el movimiento. El hecho de que esto se anunciase con tanto orgullo sugiere que una cantidad mayor de estas dudosas piedras tan solo puede aportar ventajas. En realidad, la industria relojera aprovechó la creencia de que más es mejor como técnica de marketing. Como resultado surgieron excesos históricos como los modelos de la marca Waltham, que presumían de incluir 100 piedras en el reloj. Lo cierto es que solo 17 de ellas satisfacían alguna función, mientras que las demás estaban montadas en el rotor sin cumplir con ningún objetivo identificable. Esta mercadotecnia engañosa hizo que se introdujera una norma ISO que prohibía publicitar las piedras sin función en el calibre. Desde entonces, el número de piedras anunciado sí que aporta información fiable sobre el movimiento.

¿Cuál es el propósito de las joyas?

Todavía no hemos contestado a la pregunta más importante: ¿de qué tipo de piedras se trata, y para qué se incorporan en el calibre? Salvo contadas excepciones, se trata de piedras que actúan como cojinetes. En estas piedras planas, cilíndricas y perforadas, giran los pivotes de las ruedas o palancas. Además, hay otros tres componentes del escape del reloj que también están formados por piedras preciosas, aunque tienen una función diferente. Por un lado están las denominadas paletas del áncora, que entran en contacto con los dientes de la rueda de escape. Y por otro lado, la clavija de impulso, a través de la cual la horquilla del áncora trasmite su empuje al volante del reloj.

Mientras que en la época de los relojeros antiguos se debían utilizar piedras preciosas auténticas y raras como rubíes, zafiros (ambas variedades cromáticas del corindón) o diamantes, hoy en día se emplea corindón sintético, que se pigmenta añadiendo óxidos colorantes. Esta piedra se obtiene al fundir óxido de aluminio, que es la materia prima. Un corindón sintético de color rojo, como el que se suele usar para las joyas de cojinete de los relojes, se denomina rubí sintético en analogía con el color de los rubíes auténticos. Puesto que el tinte es opcional, también se pueden encontrar piedras incoloras en algunos modelos, como por ejemplo en los ejemplares de Moritz Grossmann. Asimismo, el popular cristal de zafiro no es nada más que una variante transparente del corindón. Dado que el uso de estas joyas en los relojes está impulsado por su función y las piedras sintéticas cumplen con su cometido por una fracción del precio de las originales, nunca se ha llegado a establecer una demanda de piedras preciosas naturales y auténticas en este ámbito, al contrario que en la bisutería de alta gama.

La cantidad máxima de piedras útiles en el calibre se determina según el número de ruedas que necesitan un punto de apoyo. Mientras que se ha podido establecer que siete piedras son el mínimo absoluto en los mecanismos baratos, en un movimiento automático moderno de tres agujas se considera que 21 piedras es una cifra razonable. Si también se equipan con piedras otros ejes giratorios adicionales, como el del barrilete, este número va en aumento. Las cantidades considerablemente mayores de piedras solo son útiles o necesarias en calibres complicados en los que haya ruedas o palancas complementarias que requieran nuevos elementos de apoyo.

Las ventajas de las piedras preciosas (sintéticas)

Para entender por qué las piedras preciosas cumplen tan bien con su función como punto de apoyo, hay que responder a siguiente pregunta: ¿de qué otro modo se pueden apoyar los ejes de las ruedas en el calibre? Un tipo de soporte muy sencillo corresponde a un eje con puntas cónicas a ambos lados. En la platina del movimiento se halla una perforación cónica ligeramente más ancha que la punta del eje. Este tipo de apoyo todavía se suele encontrar en el volante de despertadores antiguos. Puesto que, en este caso, ambos componentes de fricción son metálicos y se produce una gran fuerza porque las puntas del eje son muy afiladas, este tipo de soporte sufre un gran desgaste con el paso del tiempo y no es apto para relojes duraderos y de alta calidad.

La fuerza emergente se puede reducir si se cambia a uno eje en el que ambos extremos son cilíndricos. Disminuir la fricción siempre es uno de los objetivos principales, por lo que estos extremos son considerablemente más finos que el resto del eje, ya que la fricción aumenta con el diámetro. Con una perforación cilíndrica en la platina se obtiene un apoyo simple de este tipo, en el que el eje está elaborado en acero y la superficie de soporte es del material de la platina, por ejemplo latón. Para las ruedas que avanzan a poca velocidad, como las de las agujas, un punto de apoyo de este tipo puede ser suficiente. En cuanto al volante, la rueda de escape y el resto de ruedas del calibre, que se mueven a gran velocidad, es necesario reducir la fricción y el desgaste de forma más drástica. Por eso, en estos casos los puntos de apoyo no se perforan en la platina, sino que están compuestos por piedras preciosas sintéticas provistas de agujeros. Estas se insertan una vez en la platina y, por lo general, permanecen en su sitio durante toda la vida útil del reloj. Puesto que las piedras son mucho más duras y resistentes al desgaste que los ejes de acero, como mucho se tienen que cambiar estos, lo que se puede realizar sin problemas durante una revisión. Si el elemento de apoyo mismo se desgastara, lo que solía suceder antes de que se introdujeran las piedras de cojinete, sería necesario efectuar costosas reparaciones en la platina, o incluso sustituirla.

Por otro lado, las piedras están modeladas de una forma especial para cumplir otra función adicional: su curvatura sirve de reserva de aceite, de manera que el reloj todavía disponga de lubricante en los lugares correspondientes incluso tras varios años de funcionamiento. Todas estas ventajas, además de los bajos precios de la producción en masa gracias a las lijadoras automatizadas y los procedimientos de perforación con láser, permiten que se puedan encontrar en el mercado incluso calibres mecánicos chinos baratos y fabricados en masa completamente equipados con piedras de cojinete. Para distanciarse de los relojes baratos, en la haute horlogerie se tiende a engastar estas piedras en oro, recurriendo a los denominados chatones de oro. Los relojeros antiguos se valían de engastes de este metal precioso blando para montar y ajustar las piedras, pues entonces estaban talladas a mano y, por tanto, no eran perfectamente geométricas. Hoy en día, esta práctica ya no es necesaria por su función, pero mejora el reloj a nivel visual y artesanal, y es empleada en particular por manufacturas con filosofías de diseño tradicionales como A. Lange & Söhne.

¿Para qué no son adecuadas las piedras de cojinete?

Como ya hemos mencionado, las piedras preciosas no son necesarias para cada eje u otro tipo de componente en movimiento. De hecho, en algunos casos ni siquiera son deseables. Esto se puede reconocer fácilmente en el soporte más llamativo de los relojes automáticos: el rodamiento del rotor. En este lugar se puede distinguir, casi sin excepción, un diminuto rodamiento de bolas bajo el cristal de zafiro. En este caso, el rodamiento de bolas ofrece un mejor comportamiento de arranque, pues en un cojinete de corindón se tendría que volver a formar una nueva película lubricante cada vez que el rotor se pusiese en movimiento. Un rodamiento de bolas puede proteger mejor al rotor de vuelques y golpes contra el calibre, ya que tiene un diámetro de mayor tamaño. Con una piedra de cojinete, esta tendría que ser tan grande que afectaría al arranque.

Además de su estabilidad, el rodamiento de bolas ofrece otra ventaja: mientras que en los cojinetes de corindón se tiene que aportar una cierta holgura que permita que los ejes se inclinen mínimamente, un rodamiento de bolas puede estar pretensado y permitir un solo punto de apoyo, en cuyo caso también se denomina rodamiento unilateral. Este se suele utilizar, por ejemplo, en los tourbillones volantes, con lo que se evita el uso de un antiestético puente en la parte superior del mecanismo. Del mismo modo, los rodamientos de bolas permiten ahorrarse por completo la platina en los relojes ultraplanos, como el Piaget Altiplano Ultimate Concept, ya que hay numerosos ejes que solo se colocan sobre rodamientos de bolas en el lado de la caja.

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Sobre el autor

Tim Breining

Mi interés en los relojes empezó alrededor de 2014, cuando aún estaba estudiando ingeniería. Mi curiosidad inicial se transformó pronto en pasión. Puesto que la sede …

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