Mucho antes de la temida desaparición de los relojes mecánicos y el triunfo de los de cuarzo, existía una innumerable variedad de fabricantes de movimientos. Pero unos años sombríos a nivel económico y varias consolidaciones dentro de la industria hicieron que, a pesar del resurgimiento de los relojes mecánicos, solo unos pocos actores dominantes se repartieran entre sí el mercado de proveedores de movimientos. Desde entonces, la situación se ha relajado hasta el punto de que algunas empresas, como Sellita, pueden competir con antiguos actores casi monopolistas como ETA en el segmento de gran volumen. Asimismo, los calibres procedentes de Asia están ganando cada vez más aceptación. Además de los numerosos movimientos de manufactura que se desarrollan y producen dentro de una empresa, también hay una serie de compañías que diseñan y, a veces, incluso confeccionan calibres para fabricantes de renombre. Durante mucho tiempo, estos innovadores fabricantes por encargo solo eran conocidos por los expertos de la industria, ya que su participación no solía ser revelada al público. Solo desde que el origen exacto de un movimiento ha empezado a recibir tanta atención como ha ocurrido en los últimos años, estas empresas más bien reacias a la publicidad han pasado a primer plano o, más bien, se han empezado a mencionar específicamente por las marcas de relojes, ya que su involucración se considera ahora un referente más que un supuesto defecto.
Una de estas empresas es La Joux-Perret. Bajo el paraguas de Citizen, La Joux-Perret desarrolla y fabrica movimientos tanto de nivel básico como de alta gama. Además de confeccionarlos para las marcas propias de Citizen, por supuesto, también suministra calibres a clientes ajenos al grupo. Junto a la obligada mirada a su actual cartera de calibres, merece la pena echar un vistazo a la inusual historia de esta empresa, caracterizada por uno de los mayores escándalos de la industria relojera, que llevó a un cambio de propiedad y de nombre.
Jaquet SA y el asunto Jaquet
Dejemos algo claro desde el principio: La Joux-Perret, que ahora está en manos japonesas, ya no tiene nada que ver con el escándalo de aquella época. Sin embargo, si se quiere esbozar un retrato de esta empresa, se debe contar la historia de su predecesora, la marca Jaquet. La firma debe su nombre a Jean-Pierre Jaquet, que inicialmente comerciaba con relojes antiguos en La Chaux-de-Fonds en la década de 1980. Ya entonces gozaba de una reputación dudosa, no solo por sus desagradables modales, sino probablemente también porque ya había entrado en conflicto con la ley en varias ocasiones. Asimismo, era sospechoso de vender relojes falsificados, lo que (por el momento) no tuvo consecuencias importantes. Con el renacimiento de los relojes mecánicos complicados, creció la demanda de movimientos con acabados de alta calidad y complicaciones. Jaquet se posicionó en este nicho con Jaquet SA, principalmente ensamblando y acabando movimientos de ETA, que lo dominaba todo en aquella época. En 2003, la prensa informó de que se estaba investigando una red de robos y falsificaciones de relojes en la que Jaquet era uno de los principales sospechosos. Los «incidentes» incluían la desaparición de cajas de oro de Rolex por valor de 500 000 francos suizos y la aparición de cronógrafos Daytona falsificados poco después. Al parecer, estos contenían movimientos de ETA que habían sido modificados por Jaquet, ante lo cual el entonces jefe de ETA confirmó que solo Jaquet disponía de las cantidades y los recursos necesarios para convertir movimientos de ETA a gran escala al diseño del Rolex Daytona. El presidente de Swatch, Nicolas G. Hayek, comparó este hecho con una «incursión de los cardenales en el Banco Vaticano». Al final, Jaquet, 14 cómplices y otras personas implicadas fueron condenados a grandes multas y penas de prisión. Los hechos pasaron a la historia de la industria sin pena ni gloria como el «asunto Jaquet», y el nombre de Jaquet se borró para siempre de una empresa que quería seguir activa en el sector. Cuando Prothor Holding SA se hizo cargo del negocio, se eligió el nombre de La Joux-Perret, una denominación impoluta e inocua, y se pagó a Jaquet de la forma más discreta posible.
La Joux-Perret a partir de 2003
Tras este esbozo de thriller relojero, es hora de centrar nuestra atención en los aspectos técnicos de la marca. Libre de las sombras del pasado, La Joux-Perret siguió labrándose un nombre como especialista en modificaciones y complicaciones. Por ejemplo, construyó un movimiento con una rara función de alarma basado en un modelo del histórico fabricante de movimientos A. Schild: el calibre AS 5008, que salió de los talleres de La Joux-Perret como el LJP 5800. Para Hublot, se modificó el ETA 7750 para crear el HUB44RAC, en el que RAC significa roue à colonne, es decir, rueda de pilares. Este calibre, que normalmente está equipado con un engranaje de levas, se suele mejorar con la popular rueda de pilares para aplicaciones de mayor precio. La marca Romain Jérôme se abasteció de un movimiento de tourbillon de cuerda manual con una reserva de marcha de 90 horas.
Alrededor de 2012, la empresa fabricaba unos 50 000 movimientos al año, con una amplia gama de productos: desde simples modificaciones de movimientos ETA, como el 2892 o el 7750, hasta cronógrafos ratrapantes y los mencionados calibres de gama alta, como tourbillones. La empresa también experimentó cambios significativos cuando fue adquirida por el grupo Citizen en 2012. Aunque siguió atendiendo a clientes externos, la integración en el grupo Citizen abrió nuevas oportunidades gracias a las colaboraciones con las marcas propias del grupo, como Frédérique Constant, Alpina y Arnold & Son. Frédérique Constant y Alpina en particular cuentan con varios calibres que han sido desarrollado por o con La Joux-Perret. Aunque Frédérique Constant puede recurrir a su propia experiencia en la fabricación, la empresa ha empezado a equipar ciertos modelos básicos con movimientos de La Joux-Perret mejorados en lugar de los calibres estándar que solía adquirir.
La Joux-Perret hoy
Durante la pandemia, en torno al año 2020, a La Joux-Perret no le iba especialmente bien en el ámbito económico. Apenas tenía pedidos. Pero un cambio en la dirección llevó a un posicionamiento más claro, así como a la introducción de nuevos calibres básicos y a una simplificación del catálogo. Bajo el nuevo director general, Jean-Claude Eggen, la marca se centró en un nuevo movimiento básico, el G100. Se trata de un sencillo calibre automático de tres agujas con una notable reserva de marcha de 68 horas y una frecuencia del volante de cuatro hercios. Este movimiento prescinde de una frecuencia de marcha reducida y ya se ha ganado numerosos clientes. Por supuesto, sus dimensiones son idénticas a las del ETA 2824-2 y el Sellita SW200, y también está disponible en varios niveles de calidad. La variante G101 se utiliza, por ejemplo, en el MB&F M.A.D.1S presentado hace unas semanas, por citar solo un caso destacado de las ya numerosas aplicaciones de este movimiento. Dentro de la gama de calibres de cronógrafo típicos de la empresa, el L100 es un cronógrafo automático totalmente integrado que no consta de un módulo y calibre base. También en este caso la atención se centra en la compatibilidad dimensional con los superventas establecidos en el segmento: el ETA 7750 y sus sucesores con tecnología mejorada, así como la variante SW500 de Sellita. La rueda de pilares y la reserva de marcha de 60 horas a cuatro hercios proporcionan el atractivo necesario para justificar su elevado precio en comparación con la competencia.
El tercer calibre básico del grupo es el D100, un calibre de cuerda manual compacto y plano inspirado en el histórico Peseux 7001 que ETA retiró de su colección hace unos años. También en este caso, La Joux-Perret ha aprovechado para realizar algunas optimizaciones técnicas y aumentar la reserva de marcha a 50 horas.
Nueva edición del Angelus con una exquisitez técnica
Al centrarse en el movimiento G100, no obstante, los calibres de gran complejidad no desaparecieron del catálogo, y los tourbillones siguen teniendo un lugar asegurado dentro de La Joux-Perret. El calibre 5000 es otro movimiento de alta gama muy interesante con una historia inusual. Más recientemente, lo han utilizado Ming y la renacida marca Angelus, cuyos derechos de nombre están en manos de La Joux-Perret.
El diseño de este movimiento de cronógrafo monopulsador de cuerda manual se remonta a Techniques Horlogères Appliquées (o THA para abreviar), que fue fundada en 1989 por F.P. Journe, Vianney Halter y Denis Flageollet. Este movimiento se utilizó por primera vez en el Cartier Tortue Monopoussoir en 1999. Combinaba una rueda de pilares con un mecanismo oscilante a modo de embrague y se basaba en un compacto movimiento básico de Peseux. Posteriormente, los derechos de este llamativo diseño se transfirieron a Jaquet y, por tanto, a La Joux-Perret, donde —afortunadamente— sigue estando disponible.
Colaboración con Miyota
Inevitablemente, formar parte de Citizen ofrece grandes oportunidades a La Joux-Perret, ya que Miyota, un proveedor de movimientos de enormes proporciones, también pertenece a esta familia corporativa. Esta sinergia se aprovecha, como demuestra el G100 de La Joux-Perret, que se basa en gran medida en la familia de calibres 9000 de Citizen-Miyota. Sin embargo, n coincide con este modelo en todos los detalles: tiene una mayor reserva de marcha y, por supuesto, es de fabricación suiza.
En 2021 se estrenó otra inusual colaboración con el gigante de los movimientos de Citizen, Miyota. Con «The Citizen», es evidente que el grupo ha lanzado un ataque a Grand Seiko, o al menos ha dado el primer paso en el terreno de la competencia japonesa, que ahora goza de gran éxito. Además de cajas con bordes precisos y esferas inspiradas en la naturaleza y la artesanía japonesa, no puede faltar un movimiento automático contemporáneo y elegante. Esta función la cumple el calibre 0200, que se anunció explícitamente como un desarrollo conjunto con La Joux-Perret. En términos técnicos, el movimiento lleva claramente la firma de los calibres de Miyota, mientras que La Joux-Perret aportó su experiencia para el acabado. El resultado es un movimiento automático japonés que deja atrás el aspecto rústico e industrial asociado anteriormente a Citizen-Miyota en favor de una apariencia contemporánea y lujosa, para satisfacer así las demandas de los clientes de alto nivel.
Perspectivas de futuro
Mientras tanto, la producción ha vuelto a aumentar, los libros de pedidos están llenos y la empresa ha podido aumentar su plantilla e invertir en maquinaria. Queda por ver cómo dará sus frutos en el futuro la estrategia múltiple de La Joux-Perret: por un lado, su actuación como proveedor de las marcas internas del grupo Citizen y, por otro, su suministro de movimientos a marcas externas. No cabe duda de que su catálogo contiene muchos tesoros mecánicos que pueden encontrar y encontrarán su público objetivo, desde micromarcas hasta firmas de alta gama.
