Uno de los particulares atractivos de los relojes mecánicos son los recuerdos de días, sucesos y momentos especiales asociados con estas maquinitas que portamos en la muñeca. Entre estas ocasiones se encuentran, por supuesto, la Nochevieja y el Año Nuevo.
Estas fiestas se celebran de un modo diferente en cada parte del mundo: En Tokio se hace sonar la campana, en España se comen las uvas, en Sudamérica se sale a pasear con una maleta vacía y en Nueva York se observa la bajada de la bola en Times Square. Y seguro que usted también tiene algún plan especial para ese día. A continuación exponemos cuatro posibles actividades y los modelos de relojes que encajarían con cada una de ellas.
La cena de Nochevieja
En primer lugar nos centraremos en la clásica cena de Nochevieja. Está claro que, para esta clase de evento, no necesitaremos un reloj de buceo profesional con válvula de helio ni un cronógrafo de aviador. Una cena de este tipo exige, como es natural, un reloj de vestir clásico. Pero seguro que no está aquí para leer obviedades. Planteémonos pues la siguiente pregunta: ¿qué modelo encaja con esta ocasión tan especial? Iré a lo concreto con un ejemplar que, en mi opinión, hace justicia al término «reloj de vestir» como ningún otro: el Rolex Cellini 50509 Time. Este elegante reloj se elaboró en honor a Benvenuto Cellini, un orfebre del Renacimiento. El Cellini, en consecuencia, se fabrica en oro blanco o Everose de 18 quilates. Además, Rolex ofrece el Cellini con fecha, fase lunar o una segunda zona horaria. Para una cena de Nochevieja, sin embargo, yo elegiría la variante más purista y clásica de todas y renunciaría a complicaciones adicionales. Cuando hablamos de relojes que se deben llevar con un esmóquin, el tamaño es una cuestión importante. En mi opinión, un reloj de vestir clásico no debería superar los 40 mm de diámetro. ¡La palabra clave es sutileza! Con sus 39 mm, el Cellini respeta este límite a la perfección. Un poco de brillo y glamour está permitido, lo que en el caso de este Rolex se refleja en la esfera del reloj, que presenta un recubrimiento de color negro profundo. Y por si esto no le aportase la suficiente elegancia, el diseño se completa con una refinada correa de piel de aligátor negra. En el interior del reloj se aloja el calibre 3132 de Rolex, que trabaja con la precisión necesaria para que pueda alzar su copa de champán y brindar con sus amigos en el momento justo. ¡Salud!
Las probabilidades de que no sea el único invitado que porte este modelo de Rolex, por cierto, son escasas, a no ser que aparezca por la fiesta nada menos que Barack Obama con su Cellini 50509 con esfera blanca. Pero, de ser así, ¡tendrá el tema perfecto para romper el hielo!
Una agradable noche de películas
«¿Cómo? ¿Que Justin Trudeau estuvo en la misma fiesta a la que me invitaron el año pasado?» Si esto es algo que le podría haber pasado a usted, es una de esas personas que tiene un talento peculiar para perderse acontecimientos especiales. Pero si le fastidia perderse eventos, hágase con un Jaeger-LeCoultre Master Memovox. Colóquelo en su mesilla de noche, y este clásico de Jaeger-LeCoultre le recordará su cita con delicadeza, como un teléfono antiguo. Este reloj, provisto de una interesante complicación, se produce desde 1950. Entre las diferentes variantes del Memovox se encuentran un reloj de buceo con alarma y un parquímetro para la muñeca. Este modelo, que se presentó a comienzos de 2018 con motivo del SIHH, posee una caja de acero inoxidable de 42 mm y es hermético hasta los 200 metros. Además de la fecha, en la esfera con índices luminosos y estética vintage destaca el disco giratorio. Este disco muestra el tiempo de la alarma, que se puede ajustar con ayuda de la corona a las 2 en punto. El calibre automático 956, con una reserva de marcha de 45 horas, garantiza el correcto funcionamiento del indicador de hora y la función de alarma, que le ayudará a despertarse a tiempo. Si decide ponerse un esmóquin para ir a una fiesta, es posible que quiera cambiar la correa de caucho del Memovox por una de cuero, pues esta le concederá al reloj un aspecto mucho más elegante.
El viaje de fin de año
Todos aquellos que, después de tres años, ya se hayan cansado de las típicas cenas con amigos y sueñen con ver los fuegos artificiales ante la Torre Eiffel o en Times Square, necesitarán el reloj perfecto para la ocasión. Por supuesto, estamos pensando en un reloj con una segunda zona horaria. Esta complicación, que también se suele denominar «GMT», tiene una fuerte presencia entre las novedades de este año de las grandes marcas. Destacan el Tudor Black Bay GMT, el Rolex GMT Master II „Root Beer“ y el TAG Heuer Carrera Heuer 02 GMT Chronograph. No obstante, a nivel personal, el que más me ha impresionado es el Montblanc 1858 Geosphere. Más allá de indicar una segunda zona horaria, el Geosphere permite observar el Año Nuevo en los 24 husos horarios y, si su presupuesto se lo permite, incluso celebrarlo allí. Y es que este modelo, que se presentó en el SIHH 2018, dispone de una complicación de hora mundial formada por dos globos abovedados giratorios. Estas semiesferas, ubicadas a las 12 y las 6 horas, representan el hemisferio norte y el sur, respectivamente, y completan una rotación sobre sí mismas (en direcciones opuestas) cada 24 horas. El funcionamiento de esta complicación es posible gracias al calibre automático MB 29.25, que está provisto de una reserva de marcha de 42 horas. El bisel de cerámica cuenta con una indicación de brújula grabada para que no pierda el sentido de la orientación. La versión de acero inoxidable de 42 mm se puede adquirir con una correa de piel de becerro o Nato y, al contrario que la variante en bronce, no es una edición limitada. Con este reloj podrá celebrar la Nochevieja en París, Tokio o Nueva York y, con tan solo echar un vistazo a su muñeca, llamar a su familia o amigos en cualquier parte del mundo para felicitarles en el momento adecuado.
La cena familiar
Si irse de viaje le parece demasiado estresante, con los precios exorbitados de los vuelos y hoteles y las ciudades abarrotadas, sin duda preferirá quedarse con lo conocido y reunirse cómodamente con su familia. Quizá se esté preguntando qué factores son relevantes para elegir un reloj en tal caso. Le ofreceré dos ejemplos. El primero: si le han invitado a casa de sus suegros, es imperativo que no llegue tarde. El segundo: cuando, diez minutos antes de los fuegos artificiales, todos saquen sus smartphones y se preparen para la cuenta atrás, usted querrá disfrutar de su pasión por los relojes mecánicos mientras vive el momento. Para ello necesitará un reloj particularmente preciso. La elección perfecta sería el Zenith Defy Lab. El Defy Lab, que se lanzó en 2017, es el primer reloj sin el escape tradicional con volante y espiral. En su lugar, con el calibre ZO342, Zenith ha logrado desarrollar un regulador totalmente nuevo. Está compuesto de una pieza de silicio monocristalino que Zenith denomina oscilador de tan solo 0.5 mm, es decir, más fina que un pelo humano. Con sus 108 000 alternancias, este regulador oscila tres veces más rápido que el movimiento El Primero de Zenith, famoso por su precisión. Como resultado, este reloj apenas se desvía 0.3 segundos al día, y además no necesita lubricación, pues se trata de una sola pieza, por lo que no hay fricción.
La descarga de adrenalina en la pista de esquí
Las cenas de Navidad y las costumbres tradicionales no son del gusto de todos. Algunos prefieren utilizar las fiestas para irse de excursión a la nieve y, quizás, descargar adrenalina esquiando. Las condiciones exteriores en la pista requieren un reloj que resista el frío, el hielo y la nieve. Mi recomendación es el Tudor North Flag. Frente a otros relojes promocionados como deportivos o de esquiador (p. ej. el Breitling Emergency, el Oris Big Crown ProPilot Altimer o el Linde Werdelin Spido), este modelo tiene la ventaja de que también causa una buena impresión tras el descenso o tras pasear por la nieve, ya sea en una fiesta o en una cena en un restaurante. Entre otros, el North Flag toma su inspiración del Tudor Ranger II de los años 70. Pero este Tudor no aspira a ser un «Ranger», sino un reloj que juega un papel importante en expediciones. Más concretamente, está basado en los modelos Tudor Oyster Prince utilizados por los investigadores británicos en la expedición al norte de Groenlandia de 1952. Sus llamativos índices y la aguja del segundero amarilla permiten una buena legibilidad incluso en condiciones extremas. El despejado diseño de la caja queda acentuado por un anillo de cerámica que une la esfera con la caja a nivel visual y relaja un poco la composición, dominada por el acero inoxidable. El brazalete integrado de acero inoxidable se ciñe muy cómodamente a la muñeca, y el acabado es impecable. También es interesante el calibre empleado, pues se trata del MT5621, el primer calibre de manufactura de Tudor con certificación del COSC. En la esfera, a las 9 en punto, hay un indicador de la reserva de marcha de 70 horas con forma de disco giratorio. En conjunto, este Tudor es un reloj de expedición con un encanto a la par deportivo y elegante, lo que lo hace perfecto para una excursión invernal.
Ya solo queda una pregunta: ¿Escogerá el reloj en función de su actividad para Nochevieja, o la actividad en función del reloj?
¡Le deseamos un feliz Año Nuevo!
