Desde la década de 1940, múltiples fabricantes se dedican a desarrollar calibres automáticos. Hay un gran número de modelos fantásticos, como el calibre 1570 de Rolex, los movimientos de la serie 85 de IWC, la serie 61 de Seiko o la 560 de Omega. Entre ellos también se encuentran algunos calibres que se podrían calificar de auténticas obras maestras, como el 27-460AT de Patek Philippe, los calibres de la serie 2120 de Audemars Piguet (serie 1120 de Vacheron Constantin) y el Chopard L.U.C 1.96. Estos tres se caracterizan por un acabado sumamente refinado y un diseño característico y único. Por supuesto, también existen calibres automáticos más selectos aún. Pero en lo que respecta a la combinación de funcionalidad y valor sentimental, estos tres ejemplares se podrían considerar como los modelos estrella actuales. En este artículo me gustaría centrarme en el Chopard L.U.C 1.96. A diferencia de otros movimientos, que fueron fabricados en los años 60, la época dorada de la relojería, Chopard no lanzó el L.U.C 1.96 hasta 1996. Con el diseño del 1.96, la empresa se marcó como objetivo superar las obras maestras del pasado. Los amantes de la relojería de todo el mundo recibieron esta ambición con los brazos abiertos.
Relojes con un módulo automático superpuesto
Hasta finales de los años 50, muchos relojes automáticos todavía constaban de un calibre de cuerda manual con un módulo automático superpuesto. Por aquel entonces, las únicas excepciones eran los movimientos con microrrotor de Universal, Piaget y Büren, así como el Omega 550, con un rotor completo. En estos calibres, el sistema de cuerda automática estaba integrado en el propio mecanismo. A comienzos de los años 60 fue aumentando el deseo de obtener relojes automáticos cada vez más planos, así que los fabricantes diseñaron calibres más delgados con un sistema de cuerda automática incorporado. Un buen ejemplo de esto es el Jaeger-LeCoultre 920 del año 1967, también conocido como Audemars Piguet 2120 o Vacheron Constantin 1120. Desde entonces, los calibres base y los mecanismos de cuerda automática constituyen una sola unidad integrada.
Calibre plano de Chopard
Al desarrollar sus calibres de manufactura, Chopard siempre aspira a alcanzar la mejor calidad posible. Los movimientos de este tradicional fabricante son planos y constan de un sistema de cuerda muy eficaz. La empresa emplea una construcción de microrrotor, en la que un pequeño rotor da cuerda al muelle. Además, el mecanismo automático dispone de un trinquete con una construcción extremadamente laboriosa.
Desde la década de 1940 han salido al mercado diversos mecanismos para relojes automáticos. A la larga, han perdurado tres tipos. El primero de ellos es un sistema de cuerda automática con un rotor central que da cuerda al muelle real en ambas direcciones mediante una caja de cambios. Este mecanismo se emplea, por ejemplo, en calibres de Rolex o de ETA, y constituye el estándar actual de la industria relojera. Su construcción es sencilla y permite mucha libertad de configuración, pero, por otra parte, experimenta algo de desgaste. Las únicas excepciones en este sentido las forman los mecanismos de Rolex, Seiko y Chopard. Además, es difícil dar cuerda al mecanismo sin lubricante.
El segundo tipo también utiliza un rotor central que da cuerda al muelle en ambas direcciones, pero que se desgasta menos. Este tipo de calibre automático emplea un interruptor basculante que iguala la rotación del rotor a derecha e izquierda. Este tipo de movimiento se suele encontrar en los relojes de Jaeger-LeCoultre. Su ventaja es que ahorra espacio y reduce la fricción. No obstante, la eficiencia del calibre no es precisamente elevada. Por ello, su uso se limita a caros relojes de oro de fabricantes como Audemars Piguet, Vacheron Constantin o A. Lange & Söhne, que equipan los calibres con pesados rotores de oro. Jaeger-LeCoultre también desarrolló un calibre automático con esta tecnología, pero el rotor de este modelo era demasiado ligero. Aun con buenas intenciones, no puede calificarse como un buen calibre.
Calibre con mecanismo de trinquete
El último tipo es el mecanismo de trinquete. Abraham Louis Breguet desarrolló este mecanismo a finales del siglo XVIII para su «Perpétuelle». Longines empleó este tipo de sistema de cuerda en el calibre 19AS en 1945, y el mecanismo se terminó de perfeccionar en el calibre 85 de IWC (1950) y el Magic Lever de Seiko (1957). Asimismo, el calibre 7-460AT, de Patek Philippe, está provisto de un exquisito trinquete automático. Un mecanismo de cuerda de este tipo tiene la ventaja de ser realmente eficiente si está bien diseñado. IWC sigue utilizando el diseño de 1950 del «sistema de cuerda automática Pellaton» prácticamente sin cambios. No obstante, este tipo de mecanismo es muy costoso y ocupa mucho espacio. Con el Magic Lever, Seiko logró superar estos dos puntos débiles, aunque esta ventaja no fue muy conocida hasta la década de 1990.
Para desarrollar su primer calibre propio, Chopard contrató al relojero independiente Michel Parmigiani. Este combinó un mecanismo de trinquete con un microrrotor plano y creó así un sistema de cuerda automática increíblemente refinado. El mecanismo no solo garantizaba un elevado isocronismo, sino que además estaba elaborado en oro de 22 quilates. La intención de Chopard estaba clara: intentaba superar el calibre 240 de Patek Philippe, un movimiento conocido por su magistral microrrotor.
Además, Chopard dotó al calibre de un acabado excelente. El refinadísimo perlado, las «Côtes de Genève» y el puente con biselado artesanal demuestran la categoría del relojero independiente. Para destacar el magnífico embellecimiento de las superficies, el calibre lleva el Sello de Ginebra.
Chopard L.U.C 1860
El calibre 1.96 se empleó en el L.U.C 1860. Lamentablemente, este reloj no disfrutó de un gran éxito. A excepción de un pequeño grupo de amantes de la relojería, tuvo poca aceptación entre el público. Muchas personas no pueden identificar este extraordinario calibre aunque sepan que procede del fabricante de las joyas Happy Diamonds. Pero ahora, casi 25 años después de su debut, este excelente ejemplo de calibre de cuerda automática aumenta de valor año tras año.
Si encuentra un reloj con este calibre en Chrono24, hay algunos aspectos que debería considerar. Para empezar, no espere un sistema de cuerda demasiado eficiente. Chopard lo ha explotado al máximo, pero su construcción está algo entrada en años, y seguramente el muelle ya no se tense tan bien como en los calibres de cuerda automática modernos. Si suele trabajar ante un escritorio, le recomendaría, por tanto, dar un pequeño paseo de vez en cuando con el L.U.C 1860 en la muñeca. Por otro lado, las agujas tienden a saltar. En los movimientos más recientes, este problema se ha corregido en su mayor parte, pero debido a la rueda de los minutos descentralizada del L.U.C 1.96 y el calibre en que se basa, las agujas tienden a saltar al ajustar la hora. Un pequeño truco que le puede ayudar: deje que el reloj se adelante un poco y vuelva a presionar la corona al retrasarlo. Si, aun así, las agujas saltan en exceso, es mejor que lleve el reloj a Chopard a reparar.
A pesar de estos puntos débiles, el L.U.C 1.96 es una auténtica obra de arte que no tiene nada que envidiar al 27-460AT de Patek Philippe, a la serie 2120 de Audemars Piguet o a la 1120 de Vacheron Constantin. Si le apasionan los calibres, debería observar de cerca el L.U.C 1.96 alguna vez. Representa uno de los hitos de la historia de la relojería y se considera un símbolo del renacimiento de los relojes mecánicos.
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